Desde que el concepto de economía circular se puso de moda son muchos los significados e interpretaciones que se han hecho de él. Desde asociarlo de forma limitante con el término reciclaje, hasta usarlo sin tapujos para realizar un lavado de verde (greenwashing) de algunas marcas y grandes corporaciones.
Nosotros entendemos por economía circular ese modelo en el que el valor de los productos y materiales se mantiene durante el mayor tiempo posible, los residuos se reducen a la mínima expresión, y los recursos se reintroducen repetidamente en el ciclo técnico (Tecnosfera) creando valor hasta que llegan al final de su vida útil y se incorporan al ciclo biológico (Biosfera).
En esencia, la economía circular consiste en borrar de nuestra mente y de nuestro vocabulario el concepto de residuo, desecho o desperdicio y pensar únicamente en recurso.
Aunque es un hecho que abundan matices, connotaciones y distintos alcances, lo que se traduce en una falta de precisión en el concepto, lo cierto es que este modelo ha ido ganando apoyos de una forma generalizada a nivel de gobiernos, legisladores, empresas y consumidores.
Este reconocimiento de las distintas partes involucradas permite que este planteamiento se pueda ver como una estrategia útil para dar una respuesta sostenible (en todas sus vertientes) con respecto al estilo de vida que debemos adoptar para persistir en el Planeta.
Esta respuesta permitirá abordar el agotamiento de los recursos, viéndose reducido si éstos se utilizan de forma óptima y se prioriza el uso de recursos renovables, lo que también repercute en la protección de la biodiversidad.
Al mismo tiempo, en una actuación coherente con los objetivos de sostenibilidad, la eficiencia en el uso de los recursos contribuirá a una reducción de gases de efecto invernadero (GEI) y a la mitigación del cambio climático.
En el plano económico, este paradigma nace para guiar lo que se conoce como crecimiento sostenible, permitiendo pasar de un modelo económico basado en la escasez a otro en el que se puede hablar de (cierta) abundancia.
Así mismo, la economía circular también busca aprovechar las oportunidades sociales, principalmente a nivel local, y trabajar en contra de las desigualdades provocadas por el actual y adictivo modelo lineal, ejemplarizado por el fabricar – usar – tirar.
Así, el modelo circular vincula respuestas a retos relacionados con la sostenibilidad y, por lo tanto, contribuye a alcanzar la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas lanzados en 2015.
Está directamente relacionado con el ODS nº 12 – Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, que tiene como metas el uso eficiente de los recursos, la reducción de la generación de desechos y la transición a una economía baja en emisiones de carbono.
Además, nos gustaría destacar la contribución de la economía circular a los siguientes ODS:
- ODS nº 6 – Agua limpia y saneamiento: busca el uso ecoeficiente de los cada vez más escasos recursos hídricos, mediante el desarrollo de medidas como el tratamiento de aguas residuales, reciclado y tecnologías de reutilización.
- ODS nº 8 – Trabajo decente y crecimiento económico: persigue que el crecimiento impulsado por la economía circular de lugar a empleos decentes que mejoren los estándares de vida.
- ODS nº 9 – Industria, innovación e infraestructuras: alinea las tecnologías habilitadoras con la consecución de metas sostenibles con propuestas como la Industria 4.0 y el desarrollo de la eficiencia energética.
- ODS nº 13 – Acción por el clima: el modelo circular tiene el potencial de reducir las emisiones de carbono para luchar contra el cambio climático está ya afectando a todos los países y sectores de actividad.
- ODS nº 15 – Vida de ecosistemas terrestres: busca proteger los servicios ecosistémicos de los que disponemos para tener un Planeta más sano en el que se puedan desarrollar más inversiones verdes.
Retomando lo que supone ser circular, aunque el término de economía circular se acuñó a finales de la década de los 80 del pasado siglo, gran parte de las prácticas en las que se basa no son nuevas. Por ejemplo, la aplicación de la jerarquía multierre con medidas como la reducción, la reutilización o el reciclaje de recursos, se han estado realizando desde hace mucho tiempo.
Lo novedoso es integrar estas prácticas desde una perspectiva global y estratégica en las organizaciones, independientemente de su naturaleza, y no solo haciéndolas compatibles con su actividad sino haciéndolas parte de un cambio disruptivo.
Lo que requiere el modelo circular es que estas prácticas que ya existen se desarrollen con la ayuda de nuevas tecnologías habilitadoras y se conjuguen con los objetivos, políticas, modelos de negocio y de operaciones que dan forma a nuestras organizaciones.
Y tu, ¿te animas a incluir la economía circular en la estrategia de tu organización?
La primera imagen me parece de una sencillez y claridad fantásticas. Gracias, Ricardo, por tu trabajo de divulgación y concienciación, tan necesario para que el cambio que está en marcha se consolide, máxime en días que nos tientan a desviar la mirada… Un abrazo.
Gracias Carlos por tu comentario!
En ocasiones pensamos que la economía circular es otro lío que nos quieren imponer y no nos damos cuenta que es básicamente aplicar algo de sentido común.
Abrazos,
-Ricardo
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