Aunque seguro que Homer Simpson nos podría dar una buena respuesta a esta pregunta, en este caso vamos a ver cuál es la propuesta de este modelo económico denominado Doughnut Economy (o en castellano, economía del donut o de la rosquilla) desarrollada por la economista británica Kate Raworth.
La economía no es solo cuestión controlar los flujos de materiales y de capitales, se trata también de ocuparnos de los asuntos sociales.
La comunicación, la educación, el empleo, la salud, la seguridad y otros aspectos sociales deben ser tenidos en cuenta como prioridades para lograr un equilibrio que favorezca e incluya a todas las partes.
En este sentido, es cuando aparece esta interesante alternativa de la economía de la rosquilla, que propone poner en el centro de la economía estas prioridades para reducir así las desigualdades y garantizar la sostenibilidad medioambiental.
Este modelo delimita un crecimiento económico sostenible, regenerativo, distributivo y socialmente justo definidos en un esquema de rosquilla con una base social y un techo ecológico.
En la economía de la rosquilla encontramos en el interior del modelo las deficiencias sociales y en el exterior los excesos que deterioran nuestro entorno
Al igual que ocurre con la economía circular, esta propuesta incide en la gestión de los recursos limitados del Planeta y en las desigualdades sociales existentes.
El modelo repasa de forma meticulosa cada uno de los aspectos en los que la economía convencional ha provocado más problemas que los que ha solucionado.
Sabemos que el incremento del PIB se ha convertido en un objetivo en sí mismo, desplazando al único indicador útil para la consecución del verdadero objetivo de la economía, que no es otro que satisfacer las necesidades de todos garantizando la sostenibilidad de nuestro estilo de vida.
Partiendo de la base de que todo el mundo debería tener acceso a los bienes básicos, como la comida, la vivienda, el agua, la salud o los avances tecnológicos, la satisfacción de estas necesidades de deben mantener dentro de las posibilidades y recursos disponibles en el Planeta.
Esos medios esenciales componen el círculo central de la rosquilla, mientras que el círculo exterior supondría el límite que los propios recursos medioambientales establecen para la humanidad.
De esta forma, el agujero de la rosquilla representa las carencias de esos bienes básicos que tienen muchas personas y cuya cobertura debería convertirse en la prioridad de la economía.
El modelo lineal imperante a nivel mundial causa grandes desigualdades que causan importantes divisiones. Además destruye la biodiversidad de la que depende nuestra presencia, tal y como podemos experimentar en estos tiempos de pandemia.
Relacionado con esto, aparecen ejemplos de diseño sostenible en los que tiene cabida la economía de la rosquilla. Hablamos de cuestiones conocidas por todos que se enriquecen con este enfoque, como pueden ser la construcción de edificios con materiales recuperados, sistemas de eficiencia energética o sistemas modulares que nos permitan prescindir o incorporar elementos y recursos sin intervenciones relevantes.
La necesidad de satisfacer estos requerimientos de diseño sostenible empujará a empresas y a organizaciones a aportar por el diseño sostenible y el diseño circular.
Las ventajas empezarán a ser evidentes ya que, sin ir a escenarios macroeconómicos complejos, apostaremos por soluciones más pequeñas y por modelos de negocio innovadores que favorezcan la circularidad y economía social.
Conceptos como la durabilidad, la modularidad y la escalabilidad, se suman a la jerarquía multierre para poner a nuestra disposición productos y servicios que sean (de verdad) sostenibles.
Se ha demostrado que el valor educativo del diseño es indispensable para orientar a las personas y favorecer el cambio cultural necesario para realizar la transición de modelo económico lineal al circular.
Así, este punto es fundamental para que los consumidores seamos conscientes del impacto que generan nuestros hábitos de consumo y de uso, sorprendiéndonos de que, por ejemplo, se requieran más de 3 litros de agua para fabricar una botella de agua de 1 litro.
Es de esperar que se desarrollen iniciativas y proyectos alrededor de estas propuestas, y que se consolide la presencia del diseño sostenible en los nuevos planteamientos y proyectos.
En este sentido, la puesta en marcha de los planes de recuperación mundiales se presenta como una gran oportunidad para impulsar y fomentar la incorporación de las aportaciones de estos modelos económicos sostenibles.
Para ello va a ser necesarios que las empresas dominen las estrategias de innovación y se lancen de lleno a la transformación de sus estructuras para dar respuesta al consumidor del futuro en un contexto verde y digital.
Como podrás observar, todo un reto en el que las aportaciones de la economía de la rosquilla pueden ayudar a conseguir los nuevos objetivos que tienen que marcarse la economía del siglo XXI.
Y a ti, ¿te interesa esta nueva interpretación de la rosquilla?
no lo entendi. suena un poco hermético, debería incluir ejemplos para hacerlo asequible a publico en general.