No podemos negar que en estos últimos años han proliferado fenómenos ambientales muy preocupantes, como pueden ser las tormentas tropicales, los huracanes, los incendios, las olas de calor, las sequías, las plagas de parásitos, o más sutiles, como la alteración de la floración y de las migraciones de animales, el deshielo de los glaciares o la invasión de especies exóticas, que hasta ahora no eran tan frecuentes ni de tanta magnitud, ni eran asociados a nuestras latitudes ni a nuestra condición de países desarrollados.
Pese a que el cambio climático ocupa uno de los primeros puestos en el ranking de riesgos globales, dudoso honor vista la globalidad de sus efectos y su incidencia en la sostenibilidad, existen otras inquietudes de importancia similar que, además de su afectación particular, interaccionan con la crisis climática.
La pérdida irreversible de biodiversidad debida principalmente a la destrucción y fragmentación de hábitats, la contaminación de aguas, suelo y aire, y el agotamiento de recursos (en especial los hídricos y energéticos) se constituyen como grandes retos de la sostenibilidad, especialmente en la vertiente ambiental, que han ganado peso en las últimas décadas y que marcarán el futuro de nuestra presencia en el Planeta.
Desde una perspectiva geológica se podría pensar en cuestionar y relativizar la excepcionalidad de estos fenómenos y es que, aunque casi ninguno de ellos es exclusivo de nuestro tiempo, lo que sí es excepcional son la magnitud, la velocidad y la sincronía en que se producen y, pese a las reservas de sectores reaccionarios especialmente con referencia al cambio climático, es evidente su relación causal con la actividad humana.
Precisamente que esté relacionada con el hombre puede ser motivo de esperanza ya que en nuestra mano estaría reducir, eliminar o en algunos casos incluso revertir las causas que están provocando estos cambios
En este sentido conviene tener presente que los impactos que los humanos generamos sobre el medio dependen del volumen de población, la adecuación de la tecnología utilizada y el consumo de recursos.
El modelo lineal dominante, fundamentalmente en lo económico, está basado desde sus raíces en la Primera Revolución Industrial en tecnologías que utilizan los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) como fuentes de energía.
El uso de estas energías ha tenido un papel relevante en la historia de las sociedades modernas ya que ha permitido el crecimiento económico y el bienestar social. Pero también ha contribuido a la sobreexplotación de estos y otros recursos que ahora, con las evidencias de las crisis climática y de biodiversidad, se ha hecho más patente.
Si extrapolamos podemos imaginar, siguiendo la lógica actual del adictivo modelo lineal, que este modelo es insostenible ya que el Planeta no tiene ni los recursos ni la capacidad de alternativas de forma suficientemente rápida, y mucho menos con la incorporación progresiva de una parte muy significativa de la población (China, India, Brasil) a este modelo de consumo poco responsable.
El conocimiento científico y tecnológico de las problemáticas ambientales también se ha incrementado a menudo de forma paralela a los propios acontecimientos.
El desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) con la capacidad de análisis de datos y de modelización han ayudado mucho a los científicos, al mismo tiempo que los conocimientos propios de la ecología se han ido extendiendo y favoreciendo así las visiones generalistas, integradoras y de interconexión de elementos por delante de las más especializadas y reduccionistas.
Son innumerables los estudios e informes elaborados que profundizan en el análisis de las causas que han conducido a la situación actual, en las consecuencias que puede comportar a diferentes escalas y en la investigación de soluciones que permiten la mitigación o la adaptación a los cambios.
Algunos de estos, como el conocido como Informe Stern sobre el cambio climático, analizan el impacto económico si continuamos en el camino insostenible seguido hasta hoy, y concluyen que las inversiones necesarias para frenar y reconducir el deterioro ambiental son mucho menos costosas que las pérdidas futuras en el caso de continuar como si no pasase nada.
Después de años de activismo ecologista y de interpelación científica, la pérdida de ganancias económicas parece que puede convertirse en el detonante que marcará el abandono del modelo lineal en las próximas décadas de este siglo. Quizás sea ya un poco tarde …
Y a ti, ¿te preocupan los problemas ambientales?