La ciudad saludable: pensada para caminar (1)

Lograr un entorno urbano seguro y sin contaminación, que facilite caminar e ir en bicicleta, con zonas verdes equilibradas y adecuadas, y distribuyendo las actividades cotidianas en redes de proximidad, ayuda a que muchos de los principales problemas de salud se vean reducidos considerablemente, tales como el sedentarismo, la obesidad, o las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y de salud mental.

Una ciudad saludable debe estar pensada para caminar, para reducir el sedentarismo, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares

La salud no es solo la ausencia de enfermedad de las personas, sino que se concibe como un estado completo de bienestar físico, mental y social.

Además, se debe entender la salud desde una visión positiva poniendo el foco en aquello que genera la salud y el bienestar, para lo cual no se deben tener en cuenta únicamente las necesidades o los riesgos, sino también todas aquellas oportunidades, habilidades, capacidades o recursos que tienen las personas y las comunidades para ganar salud.

Con este marco, se entiende la salud de forma holística e integral, superando incluso, lo que abarca el triple balance de la sostenibilidad.

Identificamos como objetivos de la ciudad saludable los siguientes:

  1. La promoción de estilos de vida más saludables, con el objetivo de establecer condiciones óptimas en los entornos urbanos para que las personas mejoren su modelo de vida, con un enfoque más saludable.
  2. La prevención de las enfermedades, mediante la creación de lugares saludables, no contaminados, que ayuden a reducir los mayores riesgos en salud, como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el estrés, accidentes, atropellos o caídas y reduzcan las enfermedades respiratorias; con microclimas adecuados que minimicen los riesgos por golpes de calor o frío extremos y que cuenten con aportaciones de oxígeno gracias a la presencia de arbolado y zonas verdes para el bienestar físico y psicológico de la población.
Circular por ciudad requiere una conducción eficiente

Entonces, ¿cómo podemos lograr estos objetivos desde el diseño urbano y la planificación de las ciudades?

Para dar respuesta a esta pregunta, podemos recurrir a estrategias, propuestas y acciones muy diferentes que dan lugar a parámetros de diseño sostenible urbano para alcanzar los objetivos de una ciudad saludable, aportando los aspectos prácticos para el desarrollo de 3 grandes ejes complementarios o líneas de acción, que son:

Línea de acción 1: Una ciudad pensada para caminar

En la que se pueda llegar a los sitios habituales andando, ya que es una actividad imprescindible para mejorar nuestra salud física y mental, aparte de hacer más sostenible el Planeta, junto con la promoción de la bicicleta también como movilidad activa, y una reorganización del reparto del espacio público en detrimento del vehículo motorizado particular.

Línea de acción 2: Introducir la naturaleza en los barrios de la ciudad

Están demostrados los grandes beneficios para la salud física y mental de las zonas verdes de proximidad, a lo que se añade su importante papel en la reducción de la contaminación y la mejora del microclima urbano.

Línea de acción 3: Configurar espacios de encuentro y convivencia

Para conseguir ciudades más solidarias y menos desiguales, tratando de romper las burbujas de soledad y aislamiento que enfrentan sistemáticamente a la ciudadanía entre sí.


Vamos a ver en esta ocasión la primera de estas líneas: Una ciudad pensada para caminar.

Caminar implica salir del sedentarismo, favorecer la reducción de la obesidad de las personas y las enfermedades cardiovasculares. 

Para hacer posible que las personas caminen en sus barrios, es necesario que las calles sean seguras frente a los accidentes de tráfico, sean confortables térmicamente (tanto en el invierno como en el verano), sean dinámicas (haya cosas que ver y hacer), y sean atractivas, entre los requerimientos más destacados.

Por otro lado, es necesario realizar acciones acordes a las prioridades de la pirámide de la movilidad urbana, fomentando, por orden de prioridad, la movilidad a pie, la movilidad en bicicleta y el transporte público, siendo necesario para ello replantear el reparto del espacio público según estas prioridades. 

Asimismo, será preciso reducir los riesgos de accidentes de las personas provocados por el tráfico, las caídas, y otras circunstancias diversas que se pueden producir en el espacio público de nuestros espacios urbanos. 

Para ello habrá que considerar las diferencias respecto a las capacidades de las personas, bien sea simplemente por su edad, como por la pérdida temporal o progresiva de sus capacidades cognitivas, de orientación o de seguridad, en el espacio público.

Ejemplo de bicicletas compartidas en Sevilla (España)

En una sociedad con alto porcentaje de personas mayores se considera la necesidad de repensar las calles desde el punto de vista del envejecimiento activo, para que puedan caminar y relacionarse con autonomía y sin riesgos reales o subjetivos.

A su vez, es necesario orientar las ciudades hacia las necesidades de la infancia, tanto para una mayor movilidad activa (caminando y bicicleta) de esta población, como para la creación de más espacios de convivencia para estas edades.

En nuestra próxima entrega trataremos la forma en que la ciudad saludable introduce la naturaleza en sus barrios.

Si te interesa este tema puedes consultar la Guía para planificar ciudades saludables, de Fariña J, Higueras E, Román E, Pozo E (2022), publicada por Ministerio de Sanidad, FEMP, Madrid. También disponible en nuestro fondo documental ecointeligente

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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