En muchos países la bolsa de plástico ha sido eliminada de nuestro consumo habitual, pero ¿qué debemos hacer con el resto de los plásticos?
El plástico, material que se emplea de maneras muy diferentes, se usa en grandes cantidades para fabricar y envolver muchos de los productos que compramos y consumimos.
Sus grandes ventajas, gracias a características como flexibilidad, resistencia, durabilidad, ligereza y bajo precio, han conseguido enmascarar sus grandes inconvenientes, lo que ha ayudado a la expansión de la cultura de usar y tirar.
El plástico, que debería usarse únicamente para la fabricación de objetos de gran duración, sin embargo, se emplea de forma generalizada en la producción de una gran variedad de envases que tienen una vida muy corta, como pueden ser bolsas de plástico, envolturas de alimentos y envases, botellas o vasos de plásticos, cubiertos y cucharillas de plástico, pajitas …
Su bajo precio hace que uno se deshaga rápidamente de él, y su larga existencia hace que perdure en el entorno durante largos período de tiempo, en los que puede causar grandes daños.
Ya que no puede descomponerse y que se necesita una gran cantidad de insolación para acabar con él, la cantidad de plástico que acaba en mares y océanos está aumentando considerablemente.
Por otra parte, se alude al reciclaje de plásticos de una forma muy interesada por parte de sus fabricantes para dar una imagen verde (lo que se conoce como greenwashing o lavado verde), cuando no es así, teniendo los plásticos unos índices de reciclaje muy bajos, y no digamos ya de reutilización, incrementando de esa manera el volumen de residuos producidos.
Este bajo nivel de reciclaje se debe, entre otras circunstancias, a que no todos los plásticos son iguales, encontrándonos con muchas familias de plásticos, y algunos de ellos no se pueden reciclar o el material obtenido es de baja calidad y dificulta su nuevo uso.
No somos ajenos a que la problemática de los plásticos encierra un gran reto a nivel mundial, al que debemos hacer frente apoyándonos en sus ventajas, pero al que hay que poner límites en su desarrollo.
Y siguiendo con el repaso que estamos realizando en nuestro día a día, y después de revisar la habitación de los más jóvenes, es el momento de ver lo que podemos hacer cuando estamos fuera de casa para reducir el uso del plástico, especialmente del que aporta poco valor y una falsa comodidad.
A todos nos gusta salir de viaje, ir de excursión a la montaña o la playa o simplemente de paseo por el barrio.
Pero es en esos momentos donde podemos caer más en comprar productos de un solo uso o envasados.
Planificando con antelación ahorrarás muchos envases ¡y dinero!
Pero ¿qué podemos hacer? Aquí tienes unos consejos ecointeligentes:
1. Lleva siempre contigo una botella reutilizable, aunque sea de tamaño pequeño
Así la podrás rellenar en cualquier momento y evitarás comprar botellas de plástico.
2. Prepara tus propios aperitivos (frutas, sandwiches, frutos secos…) y llévalos en una tartera
Así te ahorrarás tener que comprar productos en pequeños envases y embalajes de plástico.
Prepara tus propias barritas energéticas de cereales y frutos secos ¡Hay muchas recetas!
3. Si vas de viaje, recuerda llevar tus propios auriculares para evitar adquirirlos en el avión, tren o autobús
Suelen venir en bolsas o cajitas de plástico y generan muchos residuos electrónicos.
4. En los restaurantes y cafeterías rechaza las pajitas, cucharillas y vasos de un solo uso cuando no los necesites
Aunque por ley ya no pueden ser de plástico, se siguen consumiendo recursos para fabricarlos.
5. Cuando comas fuera de casa, pide la cantidad de comida adecuada
Así evitarás los envases para llevar las sobras a casa ¡y reducirás el desperdicio alimentario!
En nuestra próxima entrega trataremos de la reducción de plásticos en el trabajo y en el colegio.
Si te interesa este tema puedes consultar el informe denominada Guía para la reducción de plásticos, publicada por Greenpeace, y disponible en nuestro fondo documental ecointeligente.