La movilidad sostenible es uno de los grandes desafíos que enfrentan las ciudades del siglo XXI, tratándose de un concepto que engloba diferentes aspectos, como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la mejora de la calidad del aire, la optimización del uso de los recursos naturales y la promoción de la salud y el bienestar de las personas.
En este sentido, el modelo urbano circular se presenta como una alternativa innovadora y ecoeficiente para transformar la forma en que nos movemos y vivimos en las ciudades, minimizando la generación de residuos y maximizar el aprovechamiento de los materiales y la energía.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 11, que forma parte de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, se enfoca precisamente en lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.
Para ello, es necesario impulsar una movilidad sostenible que favorezca el acceso a los servicios básicos, la equidad social, la participación ciudadana y la protección del medio ambiente.
Anteriormente vimos como acercar el modelo circular a las edificaciones y construcciones de la ciudad, y ahora te explicaremos como la movilidad sostenible se integra con el modelo urbano circular y qué beneficios puede aportar a las ciudades y a sus habitantes.
Además, te daremos algunos ejemplos de buenas prácticas que se están implementando en diferentes partes del mundo para fomentar una movilidad más sostenible y circular. ¡Sigue leyendo y descubre cómo puedes contribuir a este cambio!
Una de las principales iniciativas es la de impulsar las modalidades de transporte no contaminantes, destacando el desplazamiento a pie, en bicicleta y los medios de transporte eléctricos e inclusivos.
Respecto a lo primero, es importante que el diseño de la ciudad sea compacto, es decir, que se reduzca al mínimo los espacios urbanos sin ocupación de forma que los residentes puedan desplazarse por la ciudad sin necesidad de utilizar un modo de transporte motorizado.
En consonancia con esto, resulta fundamental habilitar numerosas vías exclusivamente peatonales pero que permitan el acceso a vehículos de emergencias locales, y así la población puede moverse por ellas con total seguridad y puedan llegar a su destino en poco tiempo.
Lo cierto es que en muchas ocasiones esto no va a ser posible ya que diseño de la ciudad no puede modificarse de manera significativa hacia uno más compacto. En estas ocasiones han surgido ideas ecointeligentes como pueden ser la colocación de pasarelas mecánicas (como es el caso de Vigo, España) con el fin de acortar el tiempo de desplazamiento de los residentes por la ciudad.
Siempre que sea posible, estas intervenciones deben emplear energía procedente de fuentes renovables, prestando atención al fin del ciclo de vida de estas infraestructuras para un adecuado reciclaje de los sistemas y materiales que las componen.
En el fomento de la movilidad sostenible, una propuesta que ya funciona en muchas ciudades del mundo es el establecimiento de carriles bici a través de los cuales los residentes pueden desplazarse por toda la ciudad sin contaminar y evitando la aglomeración de vehículos.
Es importante que el diseño de este circuito abarque toda la ciudad, al igual que se ha hecho en su día, por ejemplo, con la red de metro o autobuses, para que así los ciudadanos tengan la opción de usarlo para las diferentes actividades diarias.
A ello hay que añadir el tránsito de elementos de micromovilidad urbana, cuya importancia ha ido creciendo en los últimos años, debiendo convivir este tipo vehículos con los convencionales y con los peatones, siendo clave desarrollar una normativa para gestión de conflictos.
Enlazando con las propuestas de gestión de productos y residuos urbanos, se puede implementar el uso de vehículos eléctricos de alta capacidad, compatibles con la implantación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en las ciudades que tienen ya obligación de tenerlas en marcha.
En cuanto al transporte de residuos, también debe considerarse la separación de los diferentes materiales en el interior de los vehículos de recogida para facilitar su distribución entre las plantas de tratamiento correspondientes.
Además, se debe llevar a cabo la total electrificación del transporte público en la ciudad (en especial los autobuses), de tal forma que su uso no sea perjudicial para el medio ambiente y la salud de las personas.
Su utilización permite mejorar la inclusión social de los residentes urbanos, en el sentido de que no en todos los casos tendrán la capacidad de disponer de vehículo privado, por lo que de esta manera pueden permitirse desplazarse a los distintos puntos de la ciudad.
Pero en este ámbito, no solo los medios de transporte pueden ayudar a la preservación del medio ambiente urbano: el diseño de la infraestructura de transporte también contribuye a ello.
Por ejemplo, una idea novedosa consiste en el diseño de una infraestructura de transporte que permita generar sinergias vinculadas a la producción de energía o mantenimiento de zonas verdes en las ciudades.
Se puede fomentar el uso de materiales permeables (hormigón poroso, césped, adoquines con ranuras…) para construir el pavimento de las calzadas con el fin de que el agua de lluvia se filtre directamente al sistema de alcantarillado, evitando así la sedimentación de residuos en acumulaciones de agua.
Incluso, el uso de colores claros en las calles facilita el enfriamiento de las ciudades, hecho que permite avanzar en el proceso de disminución del efecto isla de calor en las urbes.
En nuestra próxima entrega trataremos sobre los productos y sus residuos.
