El día que la Tierra se enfadó

Érase una vez un Planeta llamado Tierra, que estaba muy triste y enfadado porque los humanos no lo cuidaban como se merecía.

Érase una vez un Planeta llamado Tierra que se enfadó porque los humanos no lo cuidaban como se merecía por sus hábitos poco sostenibles

La Tierra tenía muchos recursos naturales, como el agua, el aire, los árboles, los animales y las plantas, pero los humanos los estaban malgastando, contaminando y destruyendo.

La Tierra decidió que ya era hora de darles una lección a los humanos y les envió un mensaje muy claro: si no cambiaban su forma de vivir, tendrían que enfrentarse a las consecuencias. La Tierra hizo que el clima se volviera más extremo, con sequías, inundaciones, tormentas e incendios.

También hizo que muchas especies se extinguieran y que otras enfermaran o se desplazaran. Además, hizo que los humanos sufrieran más enfermedades, alergias y problemas respiratorios.

Los humanos se asustaron mucho al ver lo que estaba pasando y se dieron cuenta de que tenían que hacer algo para salvar al Planeta. Pero no sabían por dónde empezar ni cómo actuar.

Por suerte, había un grupo de niños y jóvenes que sí sabían lo que había que hacer y decidieron enseñarles a los adultos cómo cuidar el medio ambiente.

Estos niños y jóvenes eran muy conscientes de la importancia de adoptar un estilo de vida sostenible, es decir, de vivir de una forma que no dañara al Planeta ni a sus habitantes.

Ellos sabían que había 4 fases para lograrlo:

  • La primera fase era la de reducir el consumo de energía, agua y otros recursos. Esto significaba apagar las luces y los aparatos eléctricos cuando no se usaran, usar bombillas de bajo consumo, regular la temperatura del aire acondicionado y la calefacción, ducharse en vez de bañarse, cerrar el grifo mientras se lavaban los dientes o se enjabonaban las manos, recoger el agua de la lluvia para regar las plantas o limpiar el coche, usar transporte público, bicicleta o caminar en vez de ir en coche.
  • La segunda fase era la de reutilizar las cosas que ya tenían en vez de comprar otras nuevas. Esto significaba reparar lo que se rompiera, darle una segunda vida a lo que ya no se usa, intercambiar o prestar cosas con otras personas, usar envases reutilizables en vez de desechables o llevar bolsas de tela al supermercado en vez de usar bolsas de plástico.
  • La tercera fase era la de reciclar los residuos que generaban. Esto significaba separar los residuos en diferentes contenedores según su tipo: orgánico, papel y cartón, vidrio, plástico y metal. Así se podían aprovechar los materiales para fabricar nuevos productos y evitar la extracción de más recursos naturales.
  • La cuarta fase era la de respetar la naturaleza y a todos los seres vivos. Esto significaba no tirar basura al suelo ni al mar, no hacer ruido ni molestar a los animales, no cortar flores ni arrancar plantas, no cazar ni pescar por diversión, no comprar productos hechos con pieles o plumas de animales, adoptar animales abandonados en vez de comprarlos en tiendas, participar en actividades de voluntariado para limpiar el entorno o proteger a las especies amenazadas.

Los niños y jóvenes pusieron en práctica estas 4 fases en su día a día y animaron a sus familias, amigos y vecinos a hacer lo mismo. También organizaron campañas de concienciación en sus escuelas y comunidades para difundir el mensaje de cuidar el medio ambiente.

Poco a poco, los adultos fueron aprendiendo de los niños y jóvenes y cambiaron sus hábitos de consumo y de vida. Se dieron cuenta de que no solo estaban ayudando al Planeta, sino también a ellos mismos, ya que vivían más felices, sanos y tranquilos.

La Tierra se dio cuenta de que los humanos habían entendido su mensaje y se habían puesto manos a la obra y, como se sentía aliviada y agradecida y decidió premiarlos con su generosidad.

La Tierra hizo que el clima se volviera más benigno, con lluvias, nieves, vientos y soles adecuados. También hizo que las especies se recuperaran y que otras nuevas aparecieran. Además, hizo que los humanos disfrutaran de más salud, bienestar y armonía.

Y así fue como los humanos y la Tierra se reconciliaron y vivieron en paz y equilibrio.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


* Cuento preparado con motivo del Día Mundial de Protección de la Naturaleza, que se celebra anualmente el 18 octubre

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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