La realidad del impacto del cambio climático en nuestra salud

El aumento de las temperaturas globales, síntoma inconfundible del cambio climático, está ejerciendo un impacto significativo y creciente en la salud pública, y este fenómeno, que a menudo se percibe como un desafío ambiental distante, está mostrando consecuencias directas y alarmantes en la salud humana.

El cambio climático y las olas de calor aumentan el riesgo de sufrir enfermedades y una mayor probabilidad de sufrir golpes de calor

En 2022, Europa experimentó una de las manifestaciones más dramáticas de este impacto: más de 70.000 muertes se atribuyeron al calor extremo, según estudios publicados.

La metodología utilizada en estos estudios es crucial para comprender la magnitud del problema, señalando los investigadores que el uso de datos semanales para estimar la mortalidad por calor tiende a subestimar la verdadera magnitud del problema, por lo que los análisis más recientes emplean datos diarios, proporcionando una imagen más precisa y alarmante del impacto del calor extremo en la mortalidad humana.

La magnitud de este problema es aún más preocupante si consideramos que estas cifras, originalmente estimadas en más de 60.000 muertes, fueron revisadas al alza tras un análisis más detallado.

Utilizando modelos epidemiológicos avanzados y datos diarios de temperatura y mortalidad de diversas regiones europeas, surge una subestimación previa significativa, por lo que estas nuevas evaluaciones subrayan la importancia de una medición precisa para comprender completamente el alcance de los impactos del cambio climático en la salud humana.

Pero ¿cómo afecta exactamente el aumento de las temperaturas a nuestra salud?

La exposición prolongada al calor no solo causa incomodidad, sino que también desencadena una serie de problemas graves de salud, que incluyen el aumento del riesgo de enfermedades cardiorrespiratorias y una mayor probabilidad de sufrir golpes de calor, un estado peligroso que puede ser fatal si no se trata a tiempo.

Además, las olas de calor intensas y prolongadas, cada vez más frecuentes debido al cambio climático, exacerban estos riesgos, especialmente en poblaciones vulnerables como los ancianos, los niños y las personas con enfermedades crónicas.

El cambio climático, caracterizado por un incremento en las temperaturas globales, no solo eleva la frecuencia e intensidad de las olas de calor, sino que también agrava problemas de salud existentes y, en general las temperaturas elevadas, están directamente relacionadas con un aumento en la mortalidad prematura, enfermedades cardiorrespiratorias y una mayor demanda de servicios hospitalarios.

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Este efecto es particularmente pronunciado en las ciudades, que a menudo se convierten en islas de calor debido a la densa urbanización y la falta de espacios verdes.

Estos estudios también destacan la vulnerabilidad de ciertos grupos de población, especialmente aquellos con enfermedades preexistentes. Las temperaturas extremas pueden desencadenar o exacerbar condiciones de salud, llevando a descompensaciones en personas con patologías previas.

Esto es evidente en el patrón observado en hospitales, donde, aunque los ingresos son más altos en invierno, la mortalidad proporcional es mayor en verano, subrayando la gravedad de los efectos del calor en pacientes vulnerables.

Además de los impactos directos en la salud, el cambio climático plantea desafíos significativos para los sistemas de salud pública, ya que la necesidad de preparación y respuesta ante emergencias de salud, como las olas de calor, es cada vez más crítica.

Estas cuestiones que salen a la luz son una llamada a la acción para mejorar las políticas públicas y las estrategias de adaptación y mitigación, incluyendo la expansión del acceso a medidas de enfriamiento, como el aire acondicionado, especialmente en comunidades vulnerables.

La conexión entre el cambio climático y la salud humana es un recordatorio de que las acciones no debe limitarse sólo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sino también a la adaptación y la resiliencia en nuestras infraestructuras de salud y nuestras comunidades.

Iniciativas como la expansión de áreas verdes urbanas, la mejora de la eficiencia energética de los edificios y el fomento de un estilo de vida sostenible y saludable son fundamentales para enfrentar esta doble crisis

En conclusión, el cambio climático no es solo una crisis ambiental, sino también una emergente crisis de salud pública y que, a partir de las evidencias que muestran los estudios recientes, surge la necesidad urgente de abordar el cambio climático no sólo como una cuestión de sostenibilidad ambiental, sino como una prioridad de salud global.

La adaptación y mitigación de los impactos del cambio climático en la salud deben ser una parte integral de las políticas de salud y ambientales a nivel mundial, regional y local, y solamente así podremos garantizar un futuro más seguro y saludable para las próximas generaciones.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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