Finalizamos esta serie de artículos, insistiendo en que NO. A pesar de las campañas de lavado verde (greenwashing) a las que nos someten desde el sector de cruceros turísticos, sus actividades NO son sostenibles.
Ya hemos visto su impacto en lo que respecta a sus emisiones contaminantes, y las acciones destinadas al cuidado medioambiental a bordo y a incrementar la eficiencia energética.
Es fácil entender que la sostenibilidad debería ser uno de los retos principales a los que se enfrenta el sector de los cruceros turísticos, y que no puede permanecer ajeno a los impactos de su actividad.
Para buscar un turismo que genere un menor impacto en el futuro del Planeta, es importante que el turista también tenga una mayor conciencia de lo que está buscando, teniendo presente que el turismo sostenible suele tener un coste mayor, tanto económico como en experiencia.
Así, el tercer pilar definido para avanzar en la sostenibilidad de los cruceros es el fomento del turismo sostenible, que, apoyado en sus 3 vertientes, debe:
- Dar un uso óptimo a los recursos medioambientales, que son un elemento fundamental del desarrollo turístico, manteniendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando a conservar los recursos naturales y la diversidad biológica.
- Respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar sus activos culturales y arquitectónicos y sus valores tradicionales, y contribuir al entendimiento y la tolerancia intercultural.
- Asegurar unas actividades económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los agentes unos beneficios socioeconómicos bien distribuidos, entre los que se cuenten oportunidades de empleo estable y de obtención de ingresos y servicios sociales para las comunidades anfitrionas, y que contribuyan a la reducción de la pobreza.
En este punto, es necesario comentar algunas consideraciones alrededor del turismo de cruceros y los destinos que visita.
Algunas ciudades están poniendo límites a las escalas de cruceros para frenar el turismo excesivo y desmesurado. Es el caso de Venecia que, en 2021, prohibió a los grandes cruceros fondear en su centro histórico. Los daños causados a la laguna llevaron a la UNESCO a amenazar a la ciudad con incluirla en su lista de ciudades en peligro si no se prohibía permanentemente el atraque de estos barcos.
En este caso se argumenta que los grandes buques contaminan y erosionan los cimientos de la ciudad, que ya sufre inundaciones periódicas. La prohibición implica que los grandes cruceros y portacontenedores ya no pueden entrar en el canal de la Giudecca de Venecia, que conduce a su famosa plaza de San Marcos.
A este movimiento de reducción se suman ciudades como Barcelona (España), muy preocupada por sus niveles de contaminación atmosférica, Mallorca (Islas Baleares, España), Marsella (el mayor puerto de cruceros de Francia), Ámsterdam (Países Bajos), Santorini (Grecia), Dubrovnik (Croacia) y la bahía de Monterrey (California, EEUU).
Uno de los principales argumentos de los partidarios de mantener los cruceros es su contribución a la economía local. Pero ,¿gastan realmente dinero los pasajeros de estas moles flotantes en las ciudades donde atracan?
Varios informes muestran que los pasajeros que desembarcan de los buques no contribuyen tanto a la economía local como cabría pensar. Con toda la comida, bebida y recuerdos que puedan desear a bordo, el dinero se lo quedan las empresas de cruceros.
Estudios realizados en Noruega indican que la duración de la estancia es uno de los factores que más influyen en el gasto de los pasajeros. La estancia media en un puerto es de unas 8 horas, pero puede variar enormemente en función del itinerario del barco, siendo en el caso de Barcelona de unas 4 horas. Y el gasto sigue siendo bajo incluso cuando los pasajeros tienen más oportunidades de derrochar su dinero.
Además del impacto en el destino, no nos podemos olvidar de los miles de personas que participan y desarrollan su trabajo en estas compañías de cruceros.
Dicho todo esto, consideramos que es necesario pedir y valorar como consumidores que estas empresas estén centradas en las personas, y que tengan como prioridad mantenerlas seguras y en buen estado, tanto a pasajeros, como empleados y como población local.
También se deben extender las prácticas sostenibles a las políticas de compras, ya que estas empresas adquieren cada año innumerable bienes y servicios para llevar a cabo sus operaciones, por lo que es necesario que esto se realice de forma cuidadosa y responsable.
En definitiva, lo que es de desear es que se fomente un turismo de calidad, sostenible e inclusivo, y que los destinos se traten como conjuntos de personas con su identidad y cultura, y se respeten y protejan dentro de las opciones que estas empresas ofrecen a sus clientes.
Este apartado es más difícil de desgranar dentro de las memorias de sostenibilidad y responsabilidad corporativa, pero es de suponer que las grandes compañías de cruceros están desarrollando las acciones oportunas para que se pueda apreciar su compromiso con el entorno y no sólo con sus accionistas.
Como resumen de todo lo que hemos repasado, nos gustaría resaltar que, aunque la industria de los cruceros no se cansa de pregonar que está asumiendo el desafío y adoptando prácticas más sostenibles para preservar los océanos y garantizar un futuro saludable del Planeta, la verdad es que les queda MUCHO por hacer, y es necesario que nosotros tengamos en cuenta lo sostenible que es este sector de actividad para ejercer un consumo responsable en nuestras opciones de ocio.
Si bien es cierto que, dentro de la movilidad de bienes y personas, el sector marítimo y el aéreo son los que tienen más difícil su electrificación, van a llegar posibilidades que pueden facilitar su transición sostenible.
Hablamos de desarrollos como los ya mencionados como la pila de combustible, para generar electricidad a bordo usando hidrógeno y oxígeno, que pueden reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
En resumen, el turismo de cruceros enfrenta un desafío significativo en su camino hacia la sostenibilidad. A pesar de las iniciativas para reducir el impacto ambiental, como la transición a combustibles menos contaminantes y la implementación de tecnologías más limpias, la industria aún tiene un largo camino por recorrer.
Las prácticas actuales, marcadas por un alto consumo de combustible y un impacto considerable en los ecosistemas marinos y las comunidades costeras, destacan la urgencia de un cambio más profundo y holístico.
La sostenibilidad en este sector exige un compromiso real con la reducción de emisiones, la gestión responsable de residuos y aguas, el consumo responsable, y el respeto por la cultura y el medio ambiente de los destinos visitados.
En última instancia, para que el turismo de cruceros sea genuinamente sostenible, se requiere una transformación integral en las políticas, tecnologías y prácticas de la industria, alineada con una ética de responsabilidad ambiental y social.