La implementación de tecnologías limpias como la energía solar fotovoltaica es esencial para luchar contra el cambio climático en el marco de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, demostrándose que estas instalaciones, principalmente las de mayor tamaño, contribuyen a la conservación de la biodiversidad al convertirse en reservas de la naturaleza.
Y esto último que comentamos es así porque la ausencia de actividades humanas facilita que los emplazamientos fotovoltaicos se conviertan en espacios seguros para la reproducción de aves, vertebrados e invertebrados contribuyendo a la protección y conservación de especies, a la vez que se da un respiro a la tierra, a los acuíferos, y se permite un desarrollo de la biodiversidad que antes no existía.
En el ámbito rural podemos aprovechar la versatilidad de la utilización de la tecnología fotovoltaica para integrar la producción de energía limpia con distintas actividades agropecuarias a través de lo que se conoce como agrovoltaica.
La agrovoltaica, también denominada agrofotovoltaica, AgroFV o solar compartida se define como la combinación efectiva de la generación eléctrica con fotovoltaica y la agricultura sostenible para generar oportunidades de mejora a la productividad y economía agrícola.
La agrovoltaica está especialmente pensada para zonas áridas o semiáridas y para zonas en las que los cultivos enfrentan efectos de alta irradiación solar y pérdida de agua, además de zonas con áreas limitadas, por ejemplo, islas.
Este tipo de instalaciones ayudan a mejorar la eficiencia en el uso de agua, evitando la pérdida de ésta especialmente en climas secos y considerando que el uso de agua para irrigación será superior debido a las condiciones climáticas futuras, viéndose beneficiados los cultivos por la reducción de la radiación solar.
Un ejemplo claro de esto lo podemos encontrar en el sector de la viticultura, donde una mayor cantidad de radiación solar y calor podría tener efectos adversos en la cosecha y también podría provocar quemaduras solares sobre los frutos o que éstos se sequen.
La radiación solar también aumenta el contenido de azúcar en las uvas, afectando a su calidad y, por tanto, la sombra generada por módulos solares podría tener un efecto positivo sobre la calidad de la uva y de prevención del envejecimiento prematuro del fruto. Además, la altura a la que se cultiva la uva es una ventaja competitiva para la agrovoltaica debido a la reducción de los costes en infraestructuras.
Como datos adicionales, la producción de electricidad a partir de la agrovoltaica puede dar paso a los siguientes beneficios:
- Aumento de más del 30% en el valor económico de la tierra.
- Expansión de oportunidades para que los agricultores obtengan rentabilidad a largo plazo.
- Mejora ambiental.
- Aumento del 60-70% en la productividad total de la tierra.
La aplicación de la fotovoltaica en el mundo agropecuario puede ser un elemento importante de la transición energética impulsando el nexo agua, seguridad alimentaria y energía
En lo relativo a la expansión de estos conceptos a nivel mundial, Francia ha sido uno de los primeros países europeos en promover el desarrollo del agrovoltaismo (definición propia del país) a través de licitaciones públicas desde 2017.
Otros países que han implementado iniciativas similares o que incluyen a la agrovoltaica en su planificación son Estados Unidos, Corea del Sur, India, Israel, Alemania e Italia. También países con proyectos de esta índole son España, China, Japón o Malasia.
Actualmente, el mercado global de la agrovoltaica ha alcanzado una potencia instalada de más de 14GWp.
Por contra, en las zonas subtropicales y semiáridas, este tipo de soluciones de fotovoltaica están lejos aún de ser una alternativa a impulsar cuando es en estas zonas donde parece que podría haber mayor potencial de desarrollo.
Un paso más que nos permite avanzar en esta línea es lo que denominamos bioagrovoltaica.
La bioagrovoltaica la podemos definir como la integración efectiva de la actividad agrícola y ganadera, actividades prioritarias, y la generación de electricidad con tecnología fotovoltaica, actividad secundaria, bajo conceptos de producción ecológica y a través de la gestión compartida de la luz para impactar positivamente la actividad agropecuaria.
La bioagrovoltaica tiene como objetivos garantizar:
- En materia de medio ambiente y clima, el mantenimiento de un elevado nivel de biodiversidad, conservación de los recursos naturales y la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y sobre producción.
- La mejora productividad agropecuaria, de la economía del agricultor y/o ganadero.
- La generación de oportunidades para el medio rural a través de medidas que permitan revitalizar el uso del suelo, prevenir la despoblación y disminuir las vulnerabilidades energéticas y sociales de las comunidades.
En resumen, el desarrollo fotovoltaico es necesario para cumplir los objetivos de la transición energética y de desarrollo sostenible, y la combinación creada con las actividades del sector primario es una solución que permite el desarrollo de numerosos proyectos ecointeligentes.
Los nuevos proyectos que surjan bajo estas propuestas están llamados a contribuir de manera directa al desarrollo social y económico de las zonas rurales, dando lugar a nuevos modelos socioeconómicos sostenibles, oportunidades de desarrollo y puestos de trabajo de calidad.
Si te interesa profundizar en este tema puedes acceder al informe de UNEF titulado Sinergia entre la actividad agropecuaria y la fotovoltaica: Promoviendo la Bioagrovoltaica, y disponible en nuestro fondo documental ecointeligente.