Las ciudades se encuentran en el corazón de la transformación hacia un futuro más sostenible y circular, teniendo estos núcleos de actividad humana y económica un papel crucial en la adopción y promoción de prácticas que abogan por una economía circular, posicionándose como líderes y principales beneficiarios de este cambio paradigmático hacia ciclos de producción y consumo cerrados.
Esta transición se ha acelerado en los últimos tiempos, con la adopción por parte de municipios de distintos tamaños de estrategias de circularidad, que abarcan desde la gestión eficiente de residuos hasta la promoción de la movilidad sostenible, el aprovechamiento de materiales locales, la optimización del uso del agua y la reducción de emisiones de gases contaminantes (GEI).
Para apoyar y facilitar este cambio, se han propuesto diversos marcos de referencia que se adaptan especialmente al contexto urbano, entre los cuales destaca el concepto de metabolismo urbano.
El enfoque del metabolismo urbano surge como respuesta a los desafíos ecológicos y sociales planteados por la rápida urbanización de las últimas décadas, y busca transformar el funcionamiento lineal tradicional de las ciudades hacia modelos más regenerativos y cerrados.
Inspirado en las ciencias naturales y sociales del siglo XIX, el metabolismo urbano se ha consolidado como un pilar fundamental para el análisis y evaluación de los cambios observados en el medio urbano, destacando la necesidad de una nueva gobernanza que comprenda y evalúe de manera integrada los flujos de materiales y energía, así como sus impactos ambientales.
Este concepto, aunque no desarrollado estrictamente para la economía circular, refuerza los principios de minimización de residuos e impactos ambientales a través de la gestión eficiente de los flujos de energía y materiales, incluyendo también los flujos de personas e información.
Como es común en los campos relacionados con el estudio de la sostenibilidad a diversas escalas, existen distintas maneras de aplicar este concepto:
- Una metáfora de la ciudad que funciona como un ser vivo o un ecosistema.
- Un marco conceptual que busca incorporar las externalidades en el análisis de la ciudad como sistema disipativo.
- Una herramienta metodológica para medir y contabilizar los flujos de materiales, energía y residuos urbanos, permitiendo además su comparabilidad entre distintos casos.
Se trata de un concepto que permite analizar los procesos socioecológicos que se observan en el funcionamiento de las ciudades
Así, el modelo de metabolismo urbano circular enfatiza la interconexión entre los ambientes urbano, rural y natural, promoviendo un sistema en el que los recursos se utilizan de manera ecoeficiente, reduciendo al máximo los residuos y fomentando su revalorización.
Para lograr un metabolismo urbano sostenible y resiliente, es fundamental abandonar el adictivo modelo lineal en favor de un enfoque circular que permita cerrar los ciclos de materia, aprovechar de manera óptima la energía disponible en la biosfera y minimizar los residuos reintegrados al sistema.
La implementación de soluciones ecointeligentes es clave para desvincular el desarrollo económico del consumo de recursos y el impacto ambiental, siguiendo el ejemplo de la naturaleza (biomímesis o biomimetismo), donde se maximiza el aprovechamiento en un ciclo cerrado y se minimiza el consumo energético, recurriendo siempre a fuentes renovables.
El éxito de este modelo requiere también un cambio significativo en el comportamiento de los ciudadanos, quienes deben adoptar prácticas de consumo responsable, valorando la colaboración, la redistribución y la reutilización de productos por encima de la posesión.
Además, una gobernanza efectiva es esencial para influir en las relaciones entre productos, modelos de negocio y comportamientos de consumo, promoviendo así la circularidad a nivel local.
En este contexto, los núcleos urbanos no solamente tienen el potencial, sino también la responsabilidad de liderar la transición hacia sistemas de metabolismo circular, catalizando procesos transformadores que favorezcan tanto la sostenibilidad local como global.
La adopción de estos nuevos enfoques de gestión urbana no solo contribuirá a la mitigación de los impactos ambientales, sino que también fomentará una mayor cohesión social y económica, asegurando un futuro más próspero y resiliente para las generaciones venideras.
La implementación de marcos de referencia como el metabolismo urbano en el contexto de las ciudades puede servir como un catalizador para el cambio, promoviendo prácticas que aseguren el bienestar a largo plazo de nuestras sociedades y el Planeta.
En nuestra próxima entrega desarrollaremos el concepto de ciudad sensible al agua (CSA).