En el umbral de la innovación y la sostenibilidad, se ha puesto en marcha en Australia una iniciativa pionera para enfrentar los desafíos emergentes del cambio climático y las catástrofes relacionadas con el agua.
Después de repasar en que consiste la propuesta del metabolismo urbano, ahora es el momento de ocuparnos del concepto de ciudad sensible al agua (CSA, o WSUD por sus siglas en inglés).
Esta idea, que forma parte de la Commonwealth’s National Water Initiative, se titula Innovación y construcción de capacidades para crear ciudades sensibles al agua en Australia, y representa un cambio paradigmático en las políticas de gestión del agua.
Este enfoque no opera bajo principios rígidos, sino que se adapta a las condiciones y necesidades específicas de cada ciudad, proponiendo una serie de alineamientos que aspiran a una mayor sostenibilidad en la gestión del agua urbana.
La noción de un contrato socio-hídrico surge en este contexto, entendido como un pacto implícito entre comunidades, gobiernos y empresas para cooperar en la gobernanza de los recursos hídricos.
Así, el propósito del contrato es explorar y aplicar las mejores ideas y prácticas en manejo del agua, diseño urbano y sistemas socioinstitucionales, con el objetivo de transformar las ciudades y reconectarlas con sus ciclos hídricos naturales.
Los arquitectos de este concepto también desarrollaron el Marco de transición urbana del agua, que permite analizar la evolución histórica, ecológica, demográfica y climática de las ciudades a través de la lente del contrato hidro-social.
Este marco ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta comparativa útil que asiste a los gobiernos locales en la transformación hacia ciudades más sensibles al agua y comprometidas con la sostenibilidad ambiental.
Se identifican 6 etapas en la transición hacia el estado de una ciudad sensible al agua, cada una con su propio contrato hidro-social, influenciado por el contexto tecnológico, ideológico e institucional.
Estas fases forman una secuencia que va desde un sistema convencional y rígido hasta un estado urbano más flexible y diversificado, capaz de abordar de manera integral la captación, tratamiento y gestión de aguas residuales y pluviales.
En el ámbito de la economía circular del agua, las ciudades sensibles al agua se esfuerzan por crear ciclos que beneficien a los ecosistemas urbanos, reconociendo que la forma en que se implemente la reutilización del agua puede tener efectos positivos o negativos en el medio ambiente natural.
Paralelamente, el concepto de ciudad esponja (sponge city) surge en China con un enfoque similar al de la ciudad sensible al agua.
Este modelo promueve un diseño urbano sostenible que no sólo impide la filtración del agua, sino que también absorbe y filtra la lluvia naturalmente, recargando los acuíferos urbanos.
Las ciudades esponja se diseñan con la intención de captar agua de lluvia para mitigar las inundaciones, incorporando infraestructuras verdes modernas, como pavimentos permeables y techos verdes, que distribuyen de manera más equitativa la capacidad de absorción y retención de agua.
Este enfoque se enfrenta a 4 desafíos críticos típicos de las ciudades modernas:
- La escasez de agua
- La contaminación del agua vertida a ríos o mares
- La degradación de ecosistemas urbanos y áreas verdes por la expansión urbana
- El incremento en la frecuencia e intensidad de las inundaciones urbanas
Para abordar estos retos, la ciudad esponja implementa una variedad de técnicas que van desde infraestructuras verdes hasta la creación de humedales artificiales, buscando reducir la intensidad de la escorrentía y promover la recarga de las aguas subterráneas.
Este enfoque integral no solo atiende las necesidades inmediatas de control de inundaciones y suministro de agua, sino que también juega un papel crucial en la mejora de la resiliencia urbana y la seguridad hídrica a largo plazo.
Con el tiempo, las prácticas asociadas a estos 2 conceptos que acabamos de repasar van a suponer un componente esencial para la sostenibilidad urbana, demostrando que, con una visión y colaboración innovadora, las ciudades pueden convertirse en modelos de adaptación y armonía con el ciclo del agua natural.