En un bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, vivía Kora, una ardilla vivaz y curiosa. Un día, mientras recogía nueces, Kora encontró a un visitante poco usual. Era Poli, un oso polar joven que lucía triste y confundido. Poli había viajado desde el lejano y helado Ártico, pues su hogar de hielo se estaba derritiendo y ya no podía encontrar suficiente comida allí.
Kora, al ver a Poli tan desanimado, decidió mostrarle las maravillas del bosque y ayudarlo a sentirse como en casa. Pero también quería enseñarle algo muy importante: el bosque estaba en peligro, justo como su hogar en el Ártico.
Mientras paseaban, Kora le explicó a Poli cómo todos en el bosque dependían unos de otros. Los árboles daban hogar a las aves y las ardillas, los ríos y lagos proporcionaban agua a todos los animales y plantas, y cada criatura tenía un rol especial en la vida del bosque. Sin embargo, Kora también mostró a Poli los problemas: algunos árboles estaban marcados para ser cortados, los ríos estaban contaminados y muchos animales estaban perdiendo sus hogares.
Poli se sintió triste al ver estas cosas, pero Kora tenía un plan. Le propuso a Poli ayudar a limpiar el río que cruzaba el bosque. Mientras recogían basura y ayudaban a los peces y otras criaturas, Poli aprendió que incluso los pequeños esfuerzos pueden hacer una gran diferencia.
Después de limpiar el río, Poli y Kora decidieron subir a la montaña más alta del bosque. Desde allí, Poli pudo ver no solo el vasto bosque, sino también las ciudades lejanas y los restos de hielo de su antiguo hogar en el Ártico. Kora le explicó cómo todo estaba conectado: el aire contaminado de las ciudades podría viajar largas distancias y afectar lugares tan lejanos como su hogar en el Ártico o su nuevo hogar en el bosque.
Poli comprendió que todos necesitaban saber cómo sus acciones afectaban al Planeta. Inspirado, propuso a Kora organizar un gran encuentro en el bosque para compartir lo que habían aprendido.
El día del encuentro, animales de todo el bosque vinieron a escuchar. Poli habló sobre su viaje desde el Ártico y cómo había visto que su nuevo hogar también necesitaba protección. Kora habló sobre la importancia de cada planta, animal y río. Todos escucharon atentamente y muchos se comprometieron a hacer cambios para proteger su hogar.
Desde entonces, el bosque se convirtió en un lugar de cooperación y cuidado. Poli, aunque aún extrañaba el Ártico, sabía que había encontrado un nuevo propósito en su vida ayudando a proteger su nuevo hogar. Kora, feliz de tener a Poli como amigo, nunca dejó de enseñar a otros la importancia de cuidar de la naturaleza.
Cada año, en el Día de la Tierra, Poli, Kora y todos los habitantes del bosque celebraban lo mucho que habían logrado juntos. Miraban al cielo y agradecían por la oportunidad de hacer una diferencia, sabiendo que cada pequeño esfuerzo sumaba a un futuro mejor para todos.
Así, Poli y Kora demostraron que no importa el tamaño del desafío, siempre hay esperanza cuando se trabaja juntos por un bien común. Y aunque eran de mundos muy diferentes, su amistad y su compromiso con el medio ambiente les enseñaron que cualquier lugar puede ser un hogar si todos cuidamos de él.
* Cuento preparado con motivo del Día Internacional de la Tierra, que se celebra anualmente el 22 de abril.