En un mundo donde la urbanización avanza a pasos agigantados, las ciudades se han convertido en el corazón de la vida moderna, concentrando a la mayoría de la población global.
Este fenómeno subraya la necesidad imperiosa de que las urbes se desarrollen de manera sostenible, no sólo en términos ambientales, sino también en su capacidad de ofrecer una alta calidad de vida, inclusión social y resiliencia frente a los desafíos futuros.
Conscientes de esta realidad, gobiernos e instituciones de todo el mundo han comenzado a replantearse sus modelos de gobernanza y planificación estratégica urbana, así, la ciudad ya no puede ser vista únicamente como una suma de infraestructuras (la ville), sino también como un entramado de relaciones sociales (la cité), tal como lo describió Richard Sennett.
Durante mucho tiempo, la planificación urbana fue un ejercicio centralizado, guiado por planos y decisiones verticales. Sin embargo, en los últimos años, instituciones como ONU Habitat, la OCDE y la Unión Europea han impulsado un cambio de paradigma, abogando por una planificación que ponga a los ciudadanos en el centro, reconociendo su derecho a la ciudad, tal como lo teorizó Henri Lefebvre.
En este nuevo enfoque, los habitantes no son meros consumidores pasivos, sino actores fundamentales en la construcción y el desarrollo de sus ciudades
En este contexto, el concepto de las ciudades hexagonales emerge como una propuesta innovadora que sintetiza diversas corrientes del urbanismo para ofrecer una solución integral a los complejos desafíos urbanos del siglo XXI.
Este modelo combina ciencia de redes, ética hacker y la experiencia acumulada en laboratorios de innovación, aplicando ciertos principios al entorno urbano, articulándose este enfoque en torno a 6 vectores que abordan tanto la dimensión comunitaria (la cité) como la estructural (la ville) de la ciudad: Open (abrir), Trans (mezclar), Ágil (aproximar), Proto (experimentar), Co (colaborar) y Tec (digitalizar). Vamos a verlos con más detalle:
1. Open: abrir la ciudad a nuevas formas de participación
El vector Open se centra en la apertura de la ciudad hacia nuevas formas de participación ciudadana.
Este enfoque aboga por una gobernanza más transparente y accesible, donde la toma de decisiones esté abierta a la intervención de todos los actores urbanos, desde ciudadanos hasta organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.
La apertura implica romper con las barreras tradicionales que han mantenido a ciertos grupos al margen del proceso de planificación urbana.
Este vector también promueve la creación de espacios públicos inclusivos y multifuncionales que sean accesibles para todos, independientemente de su origen socioeconómico, género o edad.
La ciudad abierta es una ciudad que escucha, que se adapta y que evoluciona constantemente en respuesta a las necesidades de sus habitantes, ya que, al abrir la ciudad, se fomenta un sentido de pertenencia y de comunidad, permitiendo que todos los ciudadanos se sientan copropietarios de su entorno urbano.
2. Trans: mezclar saberes y culturas
Se refiere a la capacidad de mezclar diferentes saberes, culturas y disciplinas en la construcción de la ciudad.
Este enfoque reconoce que las ciudades son entornos diversos, donde conviven múltiples realidades y perspectivas, por lo que, para diseñar ciudades más inclusivas y resilientes, es fundamental que la planificación urbana se nutra de esta diversidad, integrando conocimientos de distintas disciplinas y sectores.
La ciudad transdisciplinar es aquella que valora el cruce de fronteras, ya sean estas académicas, culturales o sociales, promoviendo la creación de espacios donde lo urbano, lo cultural y lo social se entrelazan de manera orgánica, generando nuevas dinámicas y oportunidades de interacción.
Además, fomenta la participación de colectivos que tradicionalmente han sido excluidos del debate urbano, como las comunidades indígenas, los inmigrantes y las minorías étnicas.
3. Ágil: aproximar las soluciones a las necesidades reales
El vector Ágil busca aproximar las soluciones urbanas a las necesidades reales de la población, promoviendo una planificación urbana más dinámica, flexible y adaptativa.
Rechaza la rigidez de los planes urbanos tradicionales, que muchas veces quedan obsoletos antes de ser implementados, abogando por la adopción de metodologías ágiles, que permitan la experimentación, la retroalimentación constante y la capacidad de ajuste en tiempo real.
Una ciudad ágil es capaz de responder rápidamente a los cambios y desafíos, ajustando sus políticas, infraestructuras y servicios en función de las demandas emergentes.
Este enfoque es particularmente relevante en un contexto de rápida urbanización, donde las ciudades deben adaptarse continuamente a nuevos flujos de población, cambios climáticos y transformaciones tecnológicas.
4. Proto: experimentar para innovar
Está centrado en la experimentación como motor de la innovación urbana, reconociendo que, en un mundo complejo e incierto, no existen soluciones únicas ni definitivas.
Por ello, es fundamental crear espacios de experimentación donde se puedan probar nuevas ideas, tecnologías y enfoques de manera controlada y evaluable.
Los prototipos urbanos permiten a las ciudades explorar nuevas formas de organización, movilidad, vivienda y servicios, antes de escalar estas soluciones a nivel de toda la ciudad.
Esta metodología de prueba y error fomenta la creatividad y la innovación, permitiendo que las ciudades se mantengan a la vanguardia de las mejores prácticas urbanas.
Además, la experimentación abierta y colaborativa involucra a los ciudadanos en el proceso de innovación, haciéndolos partícipes de la creación de su entorno.
5. Co: colaborar para construir comunidad
Este vector enfatiza la importancia de la colaboración en la construcción de la ciudad, promoviendo la creación de redes de cooperación entre los distintos actores urbanos, desde las administraciones públicas hasta los ciudadanos, pasando por el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil.
La colaboración es vista como un pilar fundamental para el desarrollo urbano sostenible, ya que permite aprovechar al máximo los recursos y capacidades disponibles.
La ciudad colaborativa es una ciudad donde la acción conjunta es la norma, no la excepción y, en este contexto, se fomenta la creación de proyectos urbanos que sean cocreados y cogestionados por todos los actores involucrados.
Esta forma de gobernanza participativa no solamente aumenta la eficacia de las intervenciones urbanas, sino que también refuerza el tejido social, creando un sentido de comunidad y pertenencia.
6. Tec: digitalizar para innovar y conectar
Finalmente, Tec aborda la digitalización como una herramienta clave para la innovación urbana, pues en la era de la información, las ciudades deben aprovechar al máximo las tecnologías habilitadoras digitales (THD) para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, optimizar la gestión urbana y promover la participación ciudadana.
La digitalización permite, por ejemplo, la creación de plataformas de participación ciudadana en línea, sistemas de gestión inteligente de recursos urbanos, y servicios públicos más accesibles y eficientes.
Sin embargo, el enfoque Tec no se limita a la mera implementación de tecnología, refiriéndose también a la creación de una cultura digital en la ciudad, donde los ciudadanos estén empoderados para utilizar las herramientas digitales de manera efectiva y donde exista un marco ético para el uso de datos y tecnologías.
La ciudad digital es, por tanto, una ciudad más conectada, eficiente y justa
Como acabamos de repasar, el concepto de ciudades hexagonales y sus 6 vectores, ofrece una nueva perspectiva sobre cómo abordar los desafíos urbanos del siglo XXI, combinando la necesidad de reforzar el tejido social con la demanda de una infraestructura eficiente y sostenible, proponiendo un modelo de urbanismo más inclusivo, colaborativo y adaptativo.
Así, en las ciudades hexagonales, la planificación urbana deja de ser un ejercicio centralizado y vertical, para convertirse en un proceso abierto, dinámico y participativo, donde todos los actores urbanos tienen un papel que jugar.
Las ciudades hexagonales representan un futuro donde la innovación y la sostenibilidad se entrelazan para crear entornos urbanos más vivos, justos y resilientes, facilitando tanto la creación de ciudades más sostenibles y resilientes, como contribuyendo a la construcción de comunidades más cohesionadas, capaces de enfrentar los retos del futuro con mayor equidad y solidaridad.
La aplicación de este enfoque hexagonal podría ser la clave para reconciliar la cité con la ville, creando ciudades que sean verdaderamente habitables, inclusivas y sostenibles para todos sus habitantes.