¿Una nueva normalidad? Los fenómenos extremos que nos deja el cambio climático

Otoño de 2024 está siendo testigo de fenómenos climáticos extremos en el hemisferio norte que dejan una huella de devastación en forma de intensas precipitaciones que azotan las costas atlánticas y y las mediterráneas.

Hacia una nueva normalidad dominada por fenómenos climáticos extremos influenciados por el cambio climático y que provocan gran devastación

En Estados Unidos, los huracanes Helene y Milton impactaron con fuerza en el sureste, y en España, una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o gota fría descargó lluvias torrenciales en el litoral valenciano, generando inundaciones catastróficas.

Ante esta serie de desastres, surgen preguntas fundamentales: ¿Qué está ocurriendo? ¿Cómo y por qué se están produciendo estas tormentas de magnitudes inusitadas? ¿Qué papel juega el cambio climático en amplificar estos fenómenos? ¿Estamos ante una nueva normalidad?

Primero, vamos a recordar que los ríos atmosféricos son corrientes de aire húmedo que viajan por la atmósfera, transportando enormes cantidades de vapor de agua desde los trópicos hasta otras latitudes, y, aunque son fundamentales para el equilibrio hídrico en muchas regiones, su comportamiento se ha vuelto más errático y extremo debido al cambio climático.

En las últimas décadas, se ha observado un desplazamiento de estos ríos atmosféricos hacia los polos, fenómeno que los científicos atribuyen a las fluctuaciones en la temperatura de la superficie del mar en el Pacífico Oriental Tropical, un proceso influenciado por eventos de La Niña. En estos eventos, los vientos alisios soplan con mayor fuerza, enfriando las aguas del océano y alterando la circulación atmosférica a nivel global.

Este cambio en la trayectoria de los ríos atmosféricos tiene consecuencias directas: en latitudes más altas, donde el clima es más frío y la vegetación y la infraestructura están menos preparadas para lluvias intensas, las precipitaciones extremas pueden desencadenar inundaciones devastadoras. Por el contrario, en zonas subtropicales que dependen de estas lluvias para abastecer sus embalses y sostener la agricultura, su reducción puede llevar a sequías más prolongadas y severas.

Es así como fenómenos como las DANA en el Mediterráneo y los huracanes en el Atlántico están experimentando un aumento en frecuencia e intensidad, y, en el caso de la DANA de octubre de 2024, el mar Mediterráneo, con temperaturas inusualmente cálidas, ha sido un factor clave.

Durante el verano y el otoño, el Mediterráneo alcanzó temperaturas comparables a las de un mar tropical, algo alarmante para una región extratropical, siendo este calor adicional en el agua, en combinación con masas de aire frío provenientes de latitudes superiores, lo que ha generado un caldo de cultivo para las tormentas extremas.

El cambio climático afecta también a la corriente en chorro, una banda de vientos rápidos que separa las zonas frías del norte de las zonas templadas más al sur, y cuyo debilitamiento crea ondulaciones o vaguadas que, en ocasiones, genera DANA en el Mediterráneo.

La DANA de octubre de 2024 en Valencia ha sido una de las más intensas de los últimos 100 años, dejando escenas de destrucción comparables a las de un huracán. Este fenómeno, que antaño era infrecuente, está ahora acelerado por el calentamiento global, que transforma las DANA en amenazas cada vez más frecuentes y peligrosas.

La devastación causada por fenómenos como la DANA en Valencia refleja la urgencia de adoptar políticas climáticas más ambiciosas que prioricen la seguridad de las personas sobre los intereses económicos a corto plazo.

La región mediterránea es especialmente vulnerable debido a su configuración geográfica y climática, y su pequeño tamaño y su ubicación entre África y Europa la convierten en un punto caliente del cambio climático, un fenómeno que no sólo afecta su temperatura, sino que altera los patrones de precipitación y aumenta la frecuencia de fenómenos extremos.

Este calentamiento sostenido hace que las DANA y otras tormentas mediterráneas sean más intensas y destructivas, y facilita la formación de medicanes o huracanes mediterráneos, fenómenos raros hasta hace pocas décadas.

Aunque las DANA y otros fenómenos similares son, en principio, procesos naturales, su frecuencia e intensidad actuales no pueden explicarse sin considerar el cambio climático.

Lo que antes ocurría cada decenas o centenares de años, hoy parece que va a ser nuestra nueva normalidad

Esta situación pone de manifiesto que el cambio climático no es solamente un fenómeno global que afecta a regiones distantes, sino una amenaza tangible y presente que afecta directamente a las poblaciones locales y sus economías.

Mientras tanto, en el Atlántico, la temporada de huracanes de 2024 ha sido especialmente anómala, y, después de un comienzo tardío, la intensidad de los huracanes Helen y Milton resalta la magnitud de estos cambios.

Los actuales fenómenos meteorológicos extremos, potenciados por el cambio climático, amenazan con destruir infraestructuras, dejando en evidencia la falta de preparación y respuesta ante estos eventos extremos.

Los huracanes mencionados también ilustran la relación entre cambio climático y tormentas extremas, pues estos huracanes alcanzaron magnitudes históricas, dejando muertos y pérdidas económicas sin precedentes.

Los estudios de atribución, herramientas que relacionan fenómenos específicos con el cambio climático, indican que más del 70% de su intensidad puede atribuirse al calentamiento global.

Este tipo de estudios, antes limitados por la tecnología, ahora permiten estimar en cuestión de horas la influencia del cambio climático en eventos específicos, por lo que se ha podido constatar que las aguas cálidas del Golfo de México, que alimentaron a Helene y Milton, alcanzaron niveles récord en contenido de calor, facilitando la intensificación rápida de estos huracanes.

A pesar de la contundente evidencia científica, la respuesta política y social a estas amenazas sigue siendo insuficiente, ya que la inercia económica y la falta de regulación efectiva permiten que ciertas actividades humanas continúen impulsando el cambio climático sin freno.

En el Ártico, la actividad de los ríos atmosféricos también podría acelerar el derretimiento del hielo marino, afectando a los ecosistemas que dependen del hielo, y, de hecho, el cambio climático podría aumentar la frecuencia y la intensidad de estos ríos atmosféricos, lo cual agravaría la tendencia de humedad estival en el Ártico.

Esto implica cambios en la flora y fauna de estas regiones, que dependen de condiciones climáticas estables para su supervivencia.

Nosotros, como sociedad, hemos enfrentado guerras y desastres en el pasado, demostrando una capacidad de resiliencia y adaptación, y, sin embargo, parece que el problema del cambio climático no va con nosotros

El cambio climático nos obliga a mirar más allá de los riesgos inmediatos y a adoptar una perspectiva a largo plazo, siendo los acontecimientos de este otoño de 2024 solamente una advertencia que nos anuncia que los fenómenos climáticos extremos ya no son eventos aislados, sino la consecuencia de un clima transformado por nuestras propias acciones.

Para evitar que el número de víctimas y el coste económico sigan aumentando, es esencial actuar ahora, no sólo para mitigar el cambio climático, sino para adaptarnos a un nuevo clima que ya está aquí y no muestra señales de detenerse.

Estos eventos deberían recordarnos que la respuesta no puede ser edulcorada ni pospuesta, y que el cambio climático no es un problema del futuro, sino una crisis actual que requiere una acción decidida y comprometida por parte de todos.

Y, por si fuera poco, el retorno de Trump a las riendas del segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero (GEI) no va a ayudar en absoluto

La sociedad y los gobiernos deben priorizar la seguridad y el bienestar de la población, y estar dispuestos a enfrentar la realidad climática con la seriedad y urgencia que esta demanda.

¡Amunt Valencia!

¡Ánimo Letur!

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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