Energía que brota: nuevas claves para el campo sostenible

La implantación de la energía solar en fincas agrícolas y ganaderas ofrece múltiples ventajas para el sector primario, ya que esta fuente de energía permite aligerar la presión sobre los recursos energéticos convencionales y contribuye a diversificar la economía rural al generar oportunidades de empleo y de inversión.

La implantación de la energía de origen renovable en las prácticas agropecuarias consigue campo más sostenible y responsable

Un agricultor o ganadero que opta por aprovechar la irradiación solar no sólo encuentra en los paneles una fuente de electricidad más limpia, sino también un modo de reducir costes energéticos.

Se ha demostrado en muchas explotaciones que el autoconsumo eléctrico fortalece su competitividad y, al mismo tiempo, fomenta la adopción de prácticas sostenibles, y, de esta forma, el sector agropecuario se convierte en parte activa del cambio hacia modelos de producción menos dependientes de los combustibles fósiles.

Además, las comunidades locales observan que la instalación de parques fotovoltaicos puede representar un impulso socioeconómico al dinamizar áreas que sufren despoblación

El desarrollo de la energía fotovoltaica en zonas rurales también aporta beneficios ambientales, pues cuando se produce electricidad a partir de la radiación solar, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y se evitan otras repercusiones asociadas a la extracción y transporte de los combustibles fósiles.

Estos avances refuerzan la protección de la biodiversidad y también propician una mayor estabilidad en el uso de la tierra, habiendo mantenido el sector primario durante siglos un equilibrio delicado entre la explotación de los recursos y su necesaria regeneración.

Así, la adopción de energías renovables, sumada a la innovación en la producción de alimentos, refuerza esa convivencia armónica entre la actividad económica y la conservación de los ecosistemas.

Los paneles fotovoltaicos se están convirtiendo en un aliado estratégico porque pueden ubicarse en cubiertas de invernaderos, edificios de explotaciones agropecuarias o incluso sobre parcelas de cultivo.

Esto permite aprovechar zonas sin un uso intensivo, aunque también se están impulsando modelos que combinan cultivos y captación solar en la misma superficie, con un concepto que está transformando el modo de entender la actividad agraria.

El término agrovoltaica hace referencia a la técnica que integra la producción de energía solar y la actividad agrícola en el mismo espacio. Algunos agricultores temían inicialmente que la presencia de paneles a baja altura perjudicara el crecimiento de los cultivos, pero los avances en diseño y la colocación estratégica de los soportes han demostrado que es posible alternar hileras de paneles con franjas de terreno dedicadas al cultivo.

En estos proyectos, la altura de las estructuras fotovoltaicas se adapta a las necesidades de las plantas, con el objetivo de permitir el paso de la maquinaria agrícola y de garantizar una captación de luz solar equilibrada.

Los expertos en ingeniería agronómica y en energías renovables diseñan distribuciones específicas, según el tipo de cultivo y la radiación solar promedio, para que exista una compatibilidad real.

En ciertas zonas se ha comprobado que determinados cultivos pueden beneficiarse de la ligera sombra aportada por los paneles, ya que ésta reduce el estrés hídrico y mejora la temperatura del suelo, contribuyendo a que los rendimientos se mantengan estables incluso en condiciones de calor extremo.

Los sistemas agrovoltaicos buscan potenciar sinergias, y por eso, un proyecto bien planificado puede disminuir la evaporación del agua en zonas secas y proteger algunos cultivos sensibles, al mismo tiempo que las estructuras de soporte favorecen la acción de polinizadores al ofrecer nichos que facilitan la presencia de abejas y otros insectos beneficiosos.

Esta coexistencia entre energía solar y producción agrícola exige una gestión cuidadosa para equilibrar los factores agronómicos con la captación de luz, y, así, el agricultor obtiene su cosecha en condiciones óptimas y, además, produce electricidad que inyecta en la red o aprovecha para autoconsumo.

El mismo terreno pasa a cubrir 2 funciones principales sin tener que destinar más extensión de tierra, lo que representa una oportunidad clara en regiones donde el espacio cultivable es limitado. Por otro lado, este planteamiento invita a investigar nuevos arreglos agronómicos y a innovar en métodos de riego, fertilización y control de plagas.

Otro ejemplo de integración fotovoltaica que se está extendiendo en el sector primario es el pastoreo solar, que se practica sobre todo en explotaciones ganaderas que buscan optimizar las grandes extensiones de terreno donde se instalan los paneles.

En estas plantas solares, la colocación de los módulos deja zonas de paso y áreas libres que, tradicionalmente, estaban sujetas a una limpieza mecánica o química de maleza

La convivencia entre paneles y ganado transforma el uso de esos espacios en pastizales gestionados de forma natural, y el rebaño, generalmente compuesto de ovejas o cabras, se desplaza entre las filas de paneles en busca de la hierba que crece al pie de las estructuras.

Así se fomenta una limpieza respetuosa con el entorno, porque los animales consumen buena parte de la vegetación que podría convertirse en un problema si quedara sin control, y, al mismo tiempo, el tránsito de las pezuñas esponja la tierra, la airea, evita la compactación excesiva y la enriquece con estiércol, que actúa como abono natural.

El pastoreo solar beneficia tanto a la planta fotovoltaica como al ganadero, ya que, en primer lugar, las ovejas y las cabras encuentran sombra bajo los paneles, lo que las protege de las inclemencias del tiempo y disminuye el estrés térmico en días muy calurosos, y esa protección mejora el bienestar animal y, por consiguiente, la calidad de su producción láctea o cárnica.

Paralelamente, el ganadero reduce gastos en forraje y aprovecha un espacio que, de otro modo, sería difícil de explotar. Además, los animales ayudan a mantener la hierba en un nivel adecuado, lo que reduce el riesgo de incendios, especialmente en regiones donde la vegetación seca puede convertirse en una amenaza significativa.

Para la empresa solar, la presencia del rebaño evita la contratación de maquinaria pesada o la utilización de herbicidas que dañan el suelo y pueden generar costes adicionales. Como resultado, se consolida una relación simbiótica que anima a los productores a explorar nuevas formas de colaboración.

Este modelo de pastoreo no implica renunciar a normas de seguridad o a la eficiencia de la planta, ya que el diseño y la instalación de los paneles tienen en cuenta la altura necesaria para permitir el paso de los animales y la robustez de la estructura, de modo que el ganado no pueda dañar el cableado ni los componentes eléctricos.

En muchos casos, los pastores instalan abrevaderos y, en ocasiones, pequeños refugios para garantizar el bienestar de las ovejas o cabras, siempre sin interrumpir el funcionamiento de la instalación energética, e incluso se han creado acuerdos de alquiler o usufructo que facilitan la actividad a largo plazo, asegurando un adecuado mantenimiento del espacio y un abastecimiento constante de pasto.

El éxito de estas prácticas ha inspirado a otros profesionales a adaptar sus fincas con fines similares, aunque la selección del ganado y la planificación previa resultan esenciales para garantizar resultados satisfactorios.

La integración de energías renovables con la agricultura y la ganadería está abriendo camino a tendencias que podrían popularizarse en los próximos años, siendo una de ellas la que consiste en desarrollar paneles solares con tecnologías que permitan regular la inclinación y la altura en función de las condiciones climáticas.

Esos ajustes dinámicos mejorarían el aprovechamiento de la radiación y, a la vez, brindarían una protección más ajustada a los cultivos o al ganado en momentos de sol extremo, lluvia intensa o viento fuerte.

Otra tendencia explorará el uso de nuevos materiales para los paneles, cada vez más ligeros, que facilitarán su instalación en invernaderos o estructuras móviles, y, de esta forma, se podrá mover la captación solar hacia áreas donde la necesidad de sombra sea mayor en determinadas épocas del año, lo que beneficiará a cultivos con requerimientos variables de luz.

Además, algunas empresas emergentes (startups) están experimentando con paneles semitransparentes que dejan pasar parte de la radiación, abriendo la puerta a nuevas combinaciones de hortalizas con energía solar sin que el rendimiento agrícola decaiga.

Otro ámbito de interés descansa en las mejoras digitales para la gestión de la agrovoltaica, donde las soluciones de monitorización precisan saber en tiempo real cuáles son los consumos de energía, la radiación recibida y el estado de los cultivos o el ganado.

La capacidad de recopilar estos datos y procesarlos permite decisiones más ágiles sobre riego, suplementación alimenticia, mantenimiento y venta de excedentes de energía en el mercado. El sector primario lleva décadas implementando sistemas de control automatizado, pero la introducción de módulos solares y recursos digitales expande la conectividad y la coordinación.

Se vislumbran plataformas que integrarán información agronómica y energética para optimizar la producción, lo que incluirá alertas sobre plagas, previsiones meteorológicas o necesidades puntuales de suministro.

Ese abanico de posibilidades demuestra que la adopción de energías renovables no solamente es una cuestión de cambio tecnológico, sino de transformación integral en la forma de gestionar los recursos naturales y económicos.

Los próximos años señalarán con claridad la evolución de estas prácticas en el campo, hallando en la agrovoltaica y en el pastoreo solar los que contemplen la instalación de paneles fotovoltaicos una oportunidad de modernizar sus explotaciones.

Contarán con herramientas avanzadas que les permitirán aprovechar mejor la luz disponible y minimizar consumos energéticos, y la convivencia ordenada entre plantas fotovoltaicas y sistemas agropecuarios les ofrecerá un camino para sostener la actividad económica sin sacrificar la fertilidad ni la biodiversidad del entorno.

Las administraciones y empresas del sector observan estas iniciativas y valoran cómo pueden replicarlas a gran escala, con el fin de ampliar la cobertura de fuentes renovables, surgiendo así un horizonte en el que la generación de electricidad y la producción de alimentos pueden compartir espacios y objetivos, abriendo paso a un modelo más resiliente a las fluctuaciones energéticas y climáticas.

Este planteamiento se afianza a través de la investigación continua y de la implicación de quienes trabajan la tierra y crían animales, convencidos de que su experiencia y dedicación resultan imprescindibles para un futuro sostenible y responsable.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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