El enfoque de ciudad inteligente o smart city proporciona elementos esenciales para cuidar y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y la integración de tecnologías avanzadas en la gestión urbana potencia estos elementos que fortalecen la resiliencia de las ciudades ante emergencias y desastres naturales.
Las urbes modernas enfrentan desafíos complejos que requieren soluciones innovadoras para garantizar la seguridad y el bienestar de sus habitantes, y, en este sentido, las ciudades inteligentes tienen a su alcance grandes capacidades, como pueden ser los sistemas de información y comunicación que recopilan y analizan gran cantidad de datos en tiempo real.
Esta capacidad permite a las autoridades anticipar, responder y mitigar los efectos de situaciones de emergencia. Por ejemplo, en casos de inundaciones, se pueden implementar sensores que monitorizan los niveles de agua en ríos y alcantarillado, proporcionando alertas tempranas tanto a los residentes como a los servicios de emergencia.
Así, implementar sobre el terreno estrategias basadas en Tecnologías Habilitadoras Digitales (THD) va a ser fundamental para mejorar la respuesta ante eventos meteorológicos extremos, como pueden ser las inundaciones, en cuyo caso los sistemas de drenaje avanzados, las alertas tempranas y los planes de evacuación, pueden salvar vidas y reducir daños materiales.
La puesta en marcha de soluciones inteligentes en la gestión urbana ha demostrado ser efectiva en distintas ciudades alrededor del mundo. En Rotterdam (Países Bajos), por ejemplo, se han desarrollado plazas que funcionan como reservas de agua durante lluvias intensas, evitando inundaciones en áreas urbanas.
Estas infraestructuras se integran en el paisaje urbano, ofreciendo espacios públicos funcionales en condiciones normales y soluciones eficaces en situaciones de emergencia.
Copenhague (Dinamarca) ha invertido en sistemas de alcantarillado inteligentes y parques inundables para manejar el exceso de agua durante tormentas, siendo medidas que protegen a la ciudad de inundaciones, mejoran la calidad del espacio público y promueven la sostenibilidad.
Tokio (Japón), por su parte, ha construido infraestructuras subterráneas para controlar inundaciones, desviando el exceso de agua de lluvia y protegiendo a la ciudad de daños por este motivo.
La tecnología disponible permite a los distintos organismos involucrados monitorizar variables críticas y establecer protocolos de alerta temprana, jugando Internet de las Cosas (IoT) un papel relevante al poder conectar dispositivos y sensores que recopilan datos en tiempo real, proporcionando información vital para la toma rápida e informada de decisiones en situaciones de emergencia.
Es importante destacar la relevancia de las aplicaciones móviles como herramientas esenciales en una ciudad inteligente como fuente de información instantánea para los ciudadanos en cuestiones como rutas de evacuación, ubicaciones de refugios y actualizaciones sobre la situación de emergencia.
Además, las redes sociales (¡bien utilizadas!) y otras plataformas digitales facilitan la comunicación entre las autoridades y la población, permitiendo una coordinación más efectiva.
La inteligencia artificial (IA) y el big data permiten predecir patrones climáticos y posibles desastres naturales, pues estos sistemas analizan grandes cantidades de datos históricos y en tiempo real, lo que puede permitir identificar tendencias y alertar sobre posibles riesgos, cuestión especialmente útil en el contexto de crisis climática, en la que los eventos extremos son cada vez más impredecibles.
Así, los efectos del cambio climático están provocando un aumento en la frecuencia e intensidad de los desastres naturales, y las ciudades, como centros densamente poblados, son particularmente vulnerables a fenómenos como inundaciones, olas de calor y tormentas intensas.
La adopción de soluciones inteligentes es esencial para mejorar la resiliencia urbana y proteger a los habitantes
La planificación urbana sostenible, que incluye infraestructura verde y sistemas inteligentes de gestión, es fundamental para adaptarse a los desafíos actuales y futuros, siendo cada vez más necesario que las ciudades inviertan en sistemas y procedimientos que permitan una gestión eficiente de los recursos y ayuden a mitigar y adaptarnos a los efectos del cambio climático.
La incorporación de espacios verdes y techos vegetales en las ciudades ayuda a absorber el agua de lluvia, reducir el efecto isla de calor y mejorar la calidad del aire. En este sentido, el uso de materiales permeables en las superficies urbanas permite una mejor absorción del agua, disminuyendo el riesgo de inundaciones.
También las redes eléctricas inteligentes (smart grid) son componentes esenciales de una ciudad inteligente, ya que permiten una distribución eficiente de la energía, reduciendo pérdidas y facilitando la integración de fuentes de energía renovable, lo que facilita, en situaciones de emergencia, que se puedan aislar áreas afectadas, evitando cortes generalizados de energía y facilitando una recuperación más rápida.
De esta manera, la generación local de energía, mediante paneles solares o turbinas eólicas urbanas, proporciona fuentes alternativas que pueden ser de ayuda si la red principal falla, a lo que habría que sumar el almacenamiento avanzado de energía, que puede permitir a las ciudades mantener servicios esenciales durante emergencias.
La movilidad es otro aspecto crítico en la gestión de emergencias, por lo que el modelo de smart city contempla implementar sistemas de transporte que se adaptan rápidamente a situaciones cambiantes, en los que la monitorización del tráfico en tiempo real, combinado con señalética inteligente, permite redirigir el flujo de vehículos para facilitar el paso de vehículos de emergencia y evacuar áreas de riesgo de manera eficiente.
El transporte público también se beneficia de estas tecnologías, informando a los usuarios estos sistemas de información en tiempo real sobre cambios en rutas y horarios, lo cual es esencial durante una emergencia. A esto podemos añadir que la promoción de modos de transporte sostenibles, como bicicletas compartidas y vehículos eléctricos, contribuye a reducir la congestión y las emisiones contaminantes.
La participación de los ciudadanos es fundamental en una ciudad inteligente o smart city, permitiendo a los ciudadanos las plataformas digitales reportar incidentes, compartir información y colaborar en la solución de problemas comunitarios, lo que puede marcar diferencias en la rapidez y eficacia de la respuesta.
Las iniciativas de gobierno abierto y de datos abiertos fortalecen la confianza y cooperación entre las autoridades y la población, pues al compartir información de manera transparente, las ciudades pueden involucrar a sus habitantes en la toma de decisiones y en la preparación ante desastres.
Y aunque la tecnología es importante, por sí sola no es suficiente. La educación y preparación de la comunidad son esenciales para enfrentar emergencias, siendo necesarios programas de capacitación y simulacros que puedan ayudar a los ciudadanos a saber cómo actuar en situaciones críticas.
De esta manera, es muy interesante que las ciudades inteligentes integren programas formativos de esta índole en sus estrategias, utilizando estas plataformas para llegar a un público más amplio y diverso.
La inclusión de todas las comunidades, especialmente las más vulnerables, es vital, por lo que las tecnologías deben ser accesibles y diseñadas teniendo en cuenta las necesidades de todos los ciudadanos, asegurando que nadie quede atrás en la preparación y respuesta ante emergencias.
Y por último hay que destacar que, el avance tecnológico va a ser siempre una constante que abre posibilidades para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, y si ahora hablamos de redes 5G, sensorización e inteligencia artificial, en unos años hablaremos de otras Tecnologías Habilitadoras Digitales (THD) que continuaran revolucionando la forma en que gestionamos las urbes.
Este progreso está llamado a simular escenarios, asistir en la planificación y ayudarnos a estar preparado para contingencias que puedan acontecer, especialmente las derivadas de los efectos de la crisis climática.
Fomentar ciudades inteligentes y sostenibles es esencial para afrontar los desafíos actuales y futuros, y la tecnología ofrece soluciones que mejoran la calidad de vida y fortalecen la capacidad de respuesta ante emergencias.
¡Es responsabilidad de todos trabajar juntos para construir entornos urbanos que sean seguros, resilientes y habitables para las generaciones presentes y futuras!