Vilna, la capital de Lituania, ha sido reconocida como la Capital Verde Europea 2025, un prestigioso galardón otorgado por la Comisión Europea que premia a las ciudades más avanzadas en términos de sostenibilidad urbana.
Esta distinción refuerza el compromiso de la ciudad con el desarrollo sostenible y la transición ecológica, consolidándola como un referente para otras urbes europeas, siendo la ciudad española de Valencia la predecesora de Vilna en ostentar este reconocimiento, que destacó por su gestión sostenible del agua y la creación de espacios verdes inclusivos.
El reconocimiento de Vilna como Capital Verde Europea 2025 (European Green Capital 2025) no es casualidad, sino el resultado de un proceso continuo de transformación urbana en línea con los objetivos europeos de neutralidad climática.
Uno de los pilares fundamentales del modelo de sostenibilidad de la ciudad es su compromiso con reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), adhiriéndose esta ciudad a la misión de lograr la neutralidad climática para 2030, e implementando políticas que buscan transformar tanto el consumo energético como los patrones de producción y consumo locales.
En este sentido, esta urbe ha impulsado la instalación de paneles solares en edificios públicos y residenciales, el uso de energías renovables, y ha establecido estrictos controles sobre las emisiones industriales.
La movilidad sostenible es otro de los ámbitos en los que Vilna ha demostrado un avance significativo, diseñando un sistema de transporte urbano que prioriza los modos de desplazamiento sostenibles, como el transporte público eléctrico, el uso de bicicletas y los desplazamientos a pie.
Su red de carriles bici ha crecido considerablemente en los últimos años, permitiendo a los ciudadanos optar por medios de transporte no contaminantes en sus desplazamientos diarios, introduciéndomelo, además, un sistema de transporte público inteligente que permite optimizar las rutas y reducir el consumo de energía, lo que se traduce en una reducción significativa de las emisiones de CO2 asociadas al transporte.
La gestión eficiente de los recursos es otro de los elementos clave en la estrategia de sostenibilidad de Vilna, habiendo adoptado la ciudad principios de economía circular para reducir los residuos y aprovechar al máximo los recursos disponibles.
Los proyectos de reciclaje y reutilización están en el centro de las políticas municipales, con iniciativas que promueven la separación de residuos en origen y la recuperación de materiales para su reutilización, a lo que hay que sumar la puesta en marcha programas para fomentar la reducción del desperdicio alimentario y la reutilización de objetos que, de otro modo, terminarían en vertederos.
Los espacios verdes urbanos desempeñan un papel esencial en la calidad de vida de los habitantes de Vilna y en la resiliencia de la ciudad frente al cambio climático. La capital lituana ha invertido en la creación y mantenimiento de parques y zonas verdes que no sólo mejoran el paisaje urbano, sino que también ayudan a regular las temperaturas, mitigar los efectos de las lluvias torrenciales y proporcionar refugio para la biodiversidad local.
La recuperación de riberas y la creación de corredores ecológicos han permitido conectar distintos espacios verdes, creando un entorno más saludable para los ciudadanos y favoreciendo la conservación de especies autóctonas.
La educación y la participación comunitaria son aspectos fundamentales del modelo de sostenibilidad de Vilna, destacando sus programas educativos para concienciar a la población sobre la importancia de adoptar prácticas sostenibles en su vida diaria.
Estas iniciativas incluyen desde campañas de sensibilización hasta proyectos en centros educativos que buscan formar a las futuras generaciones en valores medioambientales. Asimismo, Vilna fomenta la participación de los ciudadanos en las decisiones relacionadas con el desarrollo urbano sostenible, promoviendo un modelo de gobernanza inclusivo en el que la voz de los residentes es tenida en cuenta.
Y relacionado con la innovación y la tecnología también hay señalar su apuesta por soluciones tecnológicas que mejoran la gestión de recursos y optimizan los servicios urbanos. Por ejemplo, el uso de sensores inteligentes permite monitorizar el consumo de agua y energía en tiempo real, facilitando una gestión más ecoeficiente y reduciendo el desperdicio.
Además, Vilna ha desarrollado plataformas digitales que facilitan la participación ciudadana y mejoran la transparencia de las políticas públicas, acercando la administración local a los ciudadanos.
Antes de terminar, nos gustaría recordar que, desde que se estableciera el premio, ya han sido 16 las ciudades europeas las que han logrado este galardón: Estocolmo (2010), Hamburgo (2011), Vitoria-Gasteiz (2012), Nantes (2013), Copenhague (2014), Bristol (2015), Liubliana (2016), Essen (2017), Nijmegen (2018), Oslo (2019), Lisboa (2020), Lahti(2021), Grenoble (2022), Tallin (2023), Valencia (2024) y Vilna (2025).
En resumen, el modelo de sostenibilidad de Vilna no solamente beneficia a sus habitantes, sino que también sirve como ejemplo para otras ciudades europeas que buscan transitar hacia un modelo de desarrollo más respetuoso con el medio ambiente.
La capital lituana demuestra que la sostenibilidad urbana no es una utopía, sino una meta alcanzable a través de un enfoque integral que combine innovación, educación y participación ciudadana.
La distinción como Capital Verde de Europa 2025 refuerza el papel de Vilna como líder en sostenibilidad y marca el camino hacia un futuro más verde y resiliente.